Dos días infinitos sin ti enredados en mi mente, el cofre se partió en dos, dejé de existir. Intenté buscarme en las estrellas, pero ellas ya habían dejado de brillar. Sólo oscuridad: después de la tormenta, viene la calma. Los recuerdos vencieron al olvido. Olvidar es morir, morir sin haber vivido. Los recuerdos vencieron al olvido. Por eso he vuelto: para que estalle la tormenta del deseo, para amarte sin frenos. El viento nos acariciará en la dulce brisa de la vida. El mar lamerá nuestras heridas, aunque la sal nos duela. Somos dos almas gemelas luchando en este juego del amor. El universo nos acompañará en nuestro viaje y, con nuestra pasión, eclipsaremos la luna y las estrellas para que no haya testigos.
® Helena Sauras
