La viuda se comió el pastel. Sola, devoró el adorno de chocolate. No tenía con quien compartirlo. Miró los vídeos de sus anteriores cumpleaños. Tan diferentes eran… En una carpeta estaban las fotografías, las que nadie retocaría ya. Se miró en el espejo. Envejecía con cada tic tac de reloj. Nadie la volvería a fotografiar. Engulló el veneno entre lágrimas.
Años después, y criando malvas, se convirtió en una capa de Photoshop. No la recordarían, pues no tenía descendencia.
«¿Por qué aquella foto tenía aquel brillo?». Se preguntó aquella restauradora cuando abrió el archivo JPG. Desenterró un misterio envuelto en capas.
® Helena Sauras
