Un empujón brusco le tiró al suelo frío del recreo. Sorprendido, cayó de bruces, sin tan siquiera poner las manos. Se golpeó la cara y, del fuerte impacto sufrido, un incisivo saltó y se perdió entre la grava. Su sonrisa nunca más le embellecería, tendría que aprender a disimularla. Sus rodillas peladas sangraban sin detenerse. …