—¿Hay alguien ahí? El cuarto estaba vacío. Podía lamer su ausencia como cada tarde. El paso del tiempo había erosionado también sus huellas, ni un triste perfume rondaba a su alrededor, como si en años no lo hubiese habitado nadie. Solo había una amplia telaraña en el techo y olía a polvo repleto de ácaros. …