Cuando abrí los ojos, estabas muerta, vida, un destello púrpura arrullaba tu boca sin aliento y callada. Cerré los ojos, quizás para que no fuese cierto, para soñar en un cielo de musas osadas. Pero con la llave del destino, es inútil rebelarse. ¿No crees, amor valiente, que fijas sin banderas una gracia eterna? Las …