Quería verte seguido. No solo un ratito. Huir de esta sala. Traspasarte. Entrar en ti. Pero tú, solo te comunicabas a través de una pantalla. Pude intuir el rastro de tus labios sobre mi piel. Dejaste una huella notable en mi memoria con tu actuación.
En la butaca del cine, me acomodé. Quise acabar de ver los créditos para saber tu nombre de actriz secundaria. Cuando lo vi, un pálpito me inundó. Te buscaría a través de Internet, raestraría tu IP hasta dar con tus coordenadas exactas.
Acabé otra vez obsesionado por una falda corta, por una rubia de peluquería, por una mujer ficticia que iluminaba mis sueños de aquel entonces.
Al final, te conocí. El secreto de mi éxito siempre será el saber usar la tecnología. Me metí en tu casa a través de tu webcam. Ibas sin maquillar y estabas más auténtica. Me excité ante tu boca sugerente. Al fin había conocido a mi futura víctima.
Te haría tragar mi actuación y que me recomendaras a tus contactos. A partir de entonces, tendría una gran cantidad de castings donde presentarme. Quería ser artista desde mi niñez, y lo más próximo que estuve de conseguirlo, fue acercarme a la jaula de los leones de un circo.