Si se acabara la magia,
hundiría mis manos en la arcilla.
Si se acabara, quizá con rabia
y gracia treparía la ardilla
por las ramas de mi lamento.
Temerosa, se asustaría por el barro,
deslizándose desde mi cara a mis manos.
Juntas, recrearíamos una idea sin varita,
porque del fango quizá vinimos.
Sin fantasía, no pudimos moldear una maravilla
¿Hacia dónde vamos sin alas de papel?
Sin ti, libro, un triste conjuro ya sin labia:
si se acabara tu magia,
se enterrarían los cuerpos celestes y terrenales.
Mi universo se mueve con el hechizo de tus ideas;
ábrete y empapa de vida mis carencias;
devuelve la lluvia a ese fuego interior;
renueva de espíritu mi tronco desde su raíz,
que el lodo ya alimenta mis manos.
Me convierto en árbol de sabia
triste pues, ¡qué difícil se hace aprender
y tocar una guitarra sin cuerdas!
Libro, mi instrumento, que acompañas
de sabiduría mi cuerpo,
desolador si cesara tu magia.
Cerraría mis párpados al viento
como si hubiese muerto, inmóvil
al fin, sin aliento, reseca, y manca.
Mas en ese frío invernal,
fuego en mis ramas taladas.
Doy calor a los hogares,
lejos queda ya la atrevida ardilla;
repiquetea la hoguera y
escucho una infantil historia,
donde existes, libro, mágico y soñador
al mismo tiempo. Cubres los pensamientos
de esta familia que te brinda una estantería
de madera para reposar en la noche fría de enero.
Cobijas de sol su espíritu que crece al son
de este baile de páginas. Palabras de tinta
que acarician y contrastan en sus vidas;
Si hoy se acabara tu magia, no tocarías sus almas.
®Helena Sauras
