Sé que Luis no puede evitarme aunque quiera, porque el destino se ha encargado de que nos crucemos en la misma acera. Se me queda mirando fijamente, pero sin pronunciar palabra alguna en la calle desierta, porque parece que haya desaparecido todo el mobiliario urbano para acercarnos de nuevo. Nuestros espejos se contemplan largamente. …